Por Roberto Parrotino. Banfield acaba de ascender a Primera. Le gana 6-2 a Quilmes en el resultado global de la final. Pero él no se olvida. Al día siguiente, cuando se lo notan, responde que sí: que va a ir. Es mayo de 2001. En una quinta de Florencia Varela, siete días después de lograr el título de la B Nacional, un grupo de hinchas prenden el fuego. Las brazas crepitan. Las achuras lo esperan. José Luis Sánchez llega. Lo acompañan su mujer, su hija y dos amigos. Mientras comen, el ídolo les cuenta cómo vivió el partido desde adentro. Ellos profundizan sus inquietudes. Les agradece, pero les aclara que es de Laferrere. Hacen la sobremesa, hasta que se esfuma. Le había preguntado a Ricardo Spreafico dónde podía cambiarse. “¿Tendrá frío?”, se pregunta. Garrafa Sánchez vuelve. Aparece en pantalón corto. Y pregunta: “Muchachos, ¿no vamos a jugar al fulbo?” [ver nota completa]