Hay quienes afirman que el cine es la máxima expresión artística posible, dada su capacidad de conjugar todas las formas de arte existentes. Sin ánimos de entrar en polémicas, simplemente diremos que hace más de 40 años, estuvo muy cerca de producirse una mezcla que al menos, hubiese sido en potencia jugosísima.
Todo comenzó a finales de 1967, cuando el gerente de la subsidiaria fílmica de la Apple Corps, Dennis O´Dell, tuvo una idea audaz. El quería que los fundadores de la empresa –es decir, Los Beatles- protagonicen un nuevo film, que sería financiado por la flamante productora. Como consecuencia, le entregó a cada uno de los muchachos de Liverpool, una copia de la obra cumbre de J.R.R. Tolkien: El Señor de los Anillos. Se cuenta que los Fab Four quedaron maravillados por las andanzas de los hobbits en la Tierra Media, e inmediatamente aceptaron el desafío. Inicialmente, John Lennon quedó fascinado con el papel del mago Gandalf. Cuenta la leyenda que fue el propio Lennon quien propuso a Stanley Kubrick como director del mega proyecto.
John estaba fascinado por la recientemente estrenada “2001: Odisea del Espacio” y soñaba con ser dirigido por este prestigioso genio del séptimo arte. En 1968 ambos se entrevistaron y fue Lennon quien le entrego al director una copia de la joya de Tolkien. Kubrick tampoco pudo resistirse a la atracción del anillo y en un comienzo quiso subirse al proyecto. Dicen que incluso empezó a tener una visión clara de lo que el film podría ser: Paul McCartney sería Froddo Baggins y Ringo Starr su ladero Samwise Gamgee. En cambio, John debería conformarse con ser Gollum, dado que el papel de Gandalf terminaría siendo para el místico George Harrison (otras fuentes aseguran que el papel que le darían al Beatle más joven sería el de Saruman).
Sabiendo esto, no suena descabellado imaginar que varias de las canciones que compuso el grupo para el Álbum Blanco en 1968; o Let It Be y Abbey Road al año siguiente; fueron inspiradas para musicalizar el proyecto de O´Dell. ¿O acaso The Long And Widding Road no calzaría perfecto para que un Froddo McCartney la cante en su camino a Mordor? ¿No parecería Across The Univers un tema compuesto especialmente para la muerte y resurrección de Gandalf?
Más allá de las especulaciones, comenzaron a surgir inconvenientes que fueron imposibilitando la concreción del proyecto. En primer lugar, el mismo Stanley Kubrick empezó a sospechar que sería imposible llevar adelante el film, dada la baja tecnología de efectos especiales de la época. Seguramente un director tan detallista como este, jamás se hubiese perdonado haber arruinado la obra con unos hobbists de 1,75 de alto, o bien con un Balrog de plastilina.
Pero el no definitivo, no llegó por parte del cineasta, ni tampoco por los Beatles, sino que partió desde el mismo J.R.R. Tolkien. El profesor, que aún estaba con vida, era muy celoso de su obra. Se cuenta que hasta sus últimos días fue reescribiendo y mejorando todo lo que a la Tierra Media implicaba. Incluso dejó bien en claro que sus obras jamás podrían ser llevadas a la gran pantalla (y seguramente arruinadas) por la Disney. Por supuesto la idea de que su obra fuese musicalizada por una banda de rock, no le habrá causado demasiada gracia. Y fue él quien no autorizo a la Apple Films para llevar adelante la empresa.
El tiempo pasó y la historia quedó completamente archivada. Recién en 1999, a días del estreno de la versión cinematográfica de El Señor de los Anillos, su director Peter Jackson desempolvó la vieja historia. En declaraciones a diversos medios contó que tuvo charlas con Paul McCartney, quien le confirmó todos los datos anteriores. Recién entonces el mundo supo que se había perdido de una de las mejores obras literarias del siglo XX, musicalizada por uno de los mejores conjuntos musicales de ese siglo, y dirigidos por uno de los mejores directores de cine de esa centuria.