El Bar de Satanás

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Mientras esperaba en la galería de entrada para hacer esta entrevista, sobre un piso con piedra partida, contemplaba como en la sala principal dos muchachos acomodaban luces, reflectores y una pantalla para más tarde reproducir videos. Terminaron y salieron a tomar algo. Entraban parejitas, grupos de amigos, músicos que buscaban fechas para tocar, mientras sonaba Blur, Gorillaz, Jamiroquai, entre otros.

Ludoviko Bar es así, un lugar donde se respira teatro, bohemia y arte. Y el encargado de llevar su timón es Mario Amoroso, más conocido como Satanás o simplemente “Sata”. Tiene 26 años, se reconoce “comerciante de toda la vida” y lo más importante, es hincha de Banfield.

Lleva el nombre en tributo al bar sádico de “La Naranja Mecánica” de Stanley Kubrick, dónde Alex se reunía con sus amigos antes de salir de ronda.  “Ludoviko nació en 2004 con el grupo fundador que eran estudiantes de teatro de Las Nobles Bestias y siguió hasta 2007 cuando estuvo 6 meses cerrado por una clausura” cuenta Sata repasando el origen del Bar. “En aquel entonces yo tenia una parrilla en Ayacucho y Brown que se llamaba “Las papas queman” y justamente ahí los chicos empezaron a gestar lo que iba a ser Ludoviko cuando venían a comer, pero al principio no se me ocurrió sumarme”.

“Nunca me había preocupado por el arte hasta que empecé acá, con Ludoviko aprendí a escuchar música y ver teatro para saber que quiero para el bar. Fue muy importante en todo esto Darío Zorreguieta Segura, que es el encargado del bar y el único que continua del grupo fundador”.

ludoviko3¿Cómo fue tomar las riendas de un lugar reconocido como Ludoviko?

Al principio fue difícil, tuve que negociar con la vecina para que puedan tocar bandas, ahí se encamino el asunto. Aquí tocaron Andrea Prodam, el Cabra de Las Manos de Filipi y THC entre otros. También hicimos un ciclo de jazz dónde servíamos cazuela de lentejas. Hoy ya no tocan mas bandas y nos enfocamos en el teatro con proyecciones los jueves, varieté y circo los viernes, y show de títeres los sábados. Viernes y sábado trabajamos a sala llena por suerte.

¿Y esto de que no toquen mas bandas tiene que ver con un proyecto nuevo tuyo, cierto?

Si, el 19 de septiembre abrí Kingston en Alsina 963, que es un lugar mas pensado para bandas que Ludoviko donde se prioriza el teatro. Aunque en Kingston también hicimos exposiciones, muestras de fotos y desfile de diseño. Así como Darío se encarga de todo acá, allá es Jessica Praznik quien me da una mano importante con la organización de todas las fechas. Me enteré de casualidad de ese lugar, un día vino el distribuidor de Speed y me comentó que vendían el fondo de comercio. Ahí fui a averiguar.

¿Y que hay de vos en Ludoviko y Kingston?

Mucho. La decoración es toda mía, desde los colores a los muebles. La ubicación de las barras y los sillones. Por ejemplo acá en Ludoviko puse una barra afuera y cerré un cuarto que había atrás donde antes se hacían shows aparte. También pusimos una salamandra para poder cerrar el patio en invierno y que no haga frío. Me gusta hacer estas cosas, aunque siempre fui comerciante. Siempre trabaje en una parrilla hasta que tuve la mía propia y de ahí estoy acá. “La noche” es una vida estresante, son nervios constantes, no tenés fines de semana, fiestas, recitales. Hay que ponerle todo a esto y a veces cansa.

Si te pregunto por Banfield ¿Qué me decís?ludovikob

Todo. Banfield es todo, canchas, ascenso, viaducto, caravanas, el interior, All Boys, la Copa, México… todo. Mi familia es hincha de Banfield y ahí heredé este amor. De ella también saque el apodo, porque de chiquito era terrible y mi papá me decía que era “como satanás”. A la cancha fui por primera vez con mi Tío a los 10 años y después empecé a ir solo. Cuando era chico y me quedaba colgado de visitante había una persona que me cuidaba a mí y a otros nenes por suerte, él era Gastón Lasalle que era más grande y se fijaba que no hiciéramos líos (risas). Nos decía “vengan acá” y nos llevaba de vuelta a casa. Un grande. Hoy somos grandes amigos y estoy orgulloso que haya llegado a Vice del Club.

Contanos alguna anécdota de Banfield

¿Qué se pueda contar? –nos dice con sonrisa socarrona- si, tuve de suegro a un ex Presidente de Los Andes: Salí 2 años con la hija de Hugo Van Schilt,  fue quien lo llevó a Primera, igual lo conocí después, en 2004. La primera vez le caí en la casa con el pantalón de Banfield y cuando la hija nos presenta le dije “Es corta, soy de Banfield”. El tipo se sonrió y me dijo con su voz suave “está bien querido”. Un fenómeno Hugo, una gran persona. Hipotecó su propia casa para pagar la deuda de Los Andes. Hoy se ve poco gente así.

ludoviko6Ludoviko Bar: Av. Almirante Brown 2625, Témperley.

Kingston: Av. Alsina 963, Banfield.