¿Cuantas veces mientras esperas el tren notaste en una de las paredes de la estación una serie de murales un tanto gastados por el paso del tiempo? Nosotros también los vimos y nos detuvimos para apreciarlos con mayor atención y notamos, que según las firmas de los autores “Víctor Fernandez y Picone” fueron realizados por el 94′.
Es por todo esto que a lo largo de esta semana te queremos ir presentando de a uno y contar un poco que significaron cada uno de estos personajes para la ciudad que a todos nos enamora. Arrancamos con el homónimo de dicha parada: El Ingeniero Edward Banfield quien supo ser el gerente general de Gran Ferrocarril del Sud entre los años 1867 y 1871 quien nunca vivió en nuestra ciudad pero según cuentan: gustaba mucho del paisaje de la zona, motivo por el cual la Cia. le había construido una bonita residencia en las cercanías de lo que hoy es la avenida Yrigoyen y Larroque. Para 1873 y luego de su muerte se inaugura la estación a la cual bautizan con su apellido y que luego dio nombre al pueblo.
No sabemos bien que motivó al artista a representarlo de esa forma, ni a escribir el nombre del ferroviario de esa manera pero bien vale el homenaje sobre la pared.
Quien no puede faltar es nuestro hijo pródigo, el escritor mas sobresaliente de estas tierras: Julio Cortázar nació en Bruselas un 26 de agosto de 1914 y llegó a Banfield a sus cuatro años de edad, creció en su casa de Rodríguez Peña 585 y estudió en la escuela nº 10 de la calle Talcahuano. Caminó las veredas de un paisaje un tanto diferente al que podemos ver, pero con la misma magia de sus calles que hoy todos disfrutamos. Sus recuerdos los supo plasmar perfectamente en sus obras, llevando a nuestro barrio a través de sus cuentos hasta los lugares mas remotos del mundo.
Representación original eligió el artista Picone para nuestro personaje de hoy, de lo que no cabe duda es que bien merecido tiene su lugar entre los muros de la estación más linda de todas.
En los trabajos del artista Víctor Fernández notamos otro estilo.
Retrató al “Bisonte” Oscar Alende, el doctor que nació un 6 de Julio 1909 en Maipú, Pcia. de Buenos Aires, se instaló en Banfield para mediados de los años 30´ y habitó su casa de la esquina de Maipú y Belgrano, sabiéndose ganar el cariño de todos los vecinos del barrio. De gran carrera política, fundó el Partido Intransigente y llegó a ser desde 1958 Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
Durante su mandato fue promulgada la ley nº 6.331 que declara a Banfield “Ciudad”. Para destacar, entre tantas de sus obras, fundó también la antigua Clínica Banfield. Otro hombre banfileño de lujo que obviamente merecía estar a la vista de todos los pasajeros. “Alende no se vende…”
Y como la música no puede faltar: nuestros pintores retrataron a dos artistas de este arte que no nacieron en el barrio, pero que como suele suceder se sintieron tan cómodos con esta ciudad y su gente que se quisieron quedar. Hablamos de Roberto Sanchez y Julio Sosa, cada uno en su estilo marcaron los oídos de los argentinos.
Sandro supo habitar la amurallada casona de Beruti al 200, a la cual el bautizó como “Banfield Village”. El Gitano la había comprado al escribano Mauro Fernandez Barrio (tío de la afamada conductora Silvia F. Barrio) y allí vivió sus últimos 40 años, enamorado de Banfield y sus cosas. Cuentan los vecinos que a menudo se lo solía encontrar cenando en la pizzería Astral de la esquina de French y Acevedo.
El “Varón del Tango” fue también vecino nuestro. Para fines de la década del 50′ el uruguayo naturalizado banfileño, que vivía en L. Alem y Vieytes, salía caminando hasta la estación donde se tomaba el tren porque según el era mejor ir al centro en ese medio que en su auto.
Por todos estos detalles y muchos otros este menudo dúo también figuran en el altar, un tanto desvencijados por el paso del tiempo, pero siguen ahí, firmes viéndonos todos los días pasar.
Y como la pelota por estas tierras nunca para de rodar, sobre la pared del Andén 1 también quedaron grabados dos grandes de nuestro futbol: el equipo subcampeón del 51 surgen estas dos figuras. En primer lugar un cordobés que dicen supo ser el único ídolo futbolístico del Che, y que llego a nuestro club allá por 1946 y se mantuvo en el primer equipo hasta el 51, cuando emigró a Brasil, donde se supo ganar el dote de: “atómico de Sao Paulo”. Regresó entre el 55’ y 56’ coronándose como el jugador que más goles convirtió para El Taladro.
Nuestro segundo crack participó del mismo equipo que el anterior: Eliseo Mouriño quien es, sin lugar a dudas, uno de los ídolos de todos los tiempos. Supo ganarse el cariño de todo simpatizante, a tal punto que una de las tribunas del Lencho lleva su nombre.
La titularidad en la formación la obtiene en 1949 llegando a ser una figura preponderante en el equipo que obtuvo el segundo lugar en el campeonato de 1951, jugando hasta el año siguiente, momento en que fue vendido a Boca Jrs, sumándole también a su carrera 2 campeonatos con la selección nacional (Copa América 55’ y 59’). La triste coincidencia de estas dos figuras se dio en la invitación que al final de sus carreras le hace Albella a Mouriño de jugar para el club chileno “Green Cross” cosa que Eliseo acepto gustoso. Un 3 de abril de 1961 el avión que llevaba al team trasandino se estrella perdiendo la vida de los jugadores incluido nuestro ídolo, a diferencia de Albella que se encontraba lesionado y por eso no viajó.
Hoy conviven los dos en la pared de nuestra estación
Fuente: Cultura Banfileña