Una historia de identidad

Escuela Nº 10 de Banfield, Julio Cortázar: La primaria banfileña, desde diciembre, porta con orgullo su nuevo nombre, en pleno centro de la patria de Cortázar, su querido ex alumno.

“Cortázar vive en Banfield”, fue el título del video proyectado el día del estreno del nuevo nombre. Con música de Charly Parker (un perseguidor admirado por  Julio) podía hacerse un recorrido por algunos de los innumerables murales de un barrio donde todavía juega la magia del cronopio más entrañable de la literatura argentina. Sus cuentos y su rostro de niño y hombre se multiplican en dibujos que mejoran cada recorrido banfileño.

Algunos pensadores sostienen que la verdadera patria esla infancia. Ysi seguimos ese razonamiento podemos sostener que el barrio de Banfield, este pueblo donde Julio vivió su infancia y adolescencia, es, por tal motivo, su patria. Esa a la que vuelve con grato recuerdo en entrevistas, citas y alusiones incluso dentro de su literatura (para ampliar este aspecto sugerimos disfrutar el libro “Julio Cortázar en Banfield”, de Jorge Deschamps, que recorre la infancia hasta los 18 años en Banfield del genio de la literatura argentina). Recuperar esa historia, hacerla presente en la continuidad de los parques de la memoria, es hacer justicia con el sentimiento y la identidad de una comunidad. Y así lo hizo la comunidad educativa dela EscuelaNº 10 de Banfield, que hasta el año pasado se llamaba Julio Roca, y que desde diciembre lleva el nombre de su ex alumno más brillante: Julio Cortázar. Una historia de años de luchas y reivindicaciones.

Instrucciones para el cambio de nombre y la recuperación de la identidad



Primero, una idea colectiva
, con fundamentos firmes. Antes de este proyecto la escuela, que siempre fue conocida en el barrio como la escuela de Cortázar, no se llamaba así, y se llamaba a silencio cuando alguien, desde adentro, cuestionaba el nombre de Julio Roca. Hasta que el sentimiento creció y se multiplicó.  Ex alumnos, vecinos, docentes, alumnos y familias le dieron forma a una idea que estaba latente y que, en 2010 fue parte de los festejos del bicentenario. Aquel año la escuela culminó un trabajo que venía haciendo en 2009, y toda la comunidad educativa se comprometió con el Proyecto ideado por un maestro, era “El Gran DT del Bicentenario” (publicado luego en el libro “Apenas 200 años, tantas ideas como letras tiene el abecedario”, 2010, Perla Calvet – Elvira Garay, Ed. Hola Chicos). Se trataba de que cada familia eligiese a  los 11 próceres o personalidades de la historia argentina que representasen los valores que esa familia quería destacar. Así surgiría un equipo de 11 nombres (hombres y mujeres) que representen la Argentina que queremos. Cada alumno presentó un equipo de su familia, y cada grado un equipo promediando todos los equipos del grado, y así fue surgiendo, democráticamente, un equipo que resultó el Equipo del Bicentenario dela Escuela 10. Este trabajo sirvió para repensar la historia y conocer  las ideas y valores que rescataban las familias del colegio. Aquí quedó en evidencia también la importancia de Julio Cortázar como símbolo necesario de nuestra institución y nuestro barrio. Por eso el proyecto del cambio de nombre entra en este contexto, donde la participación de las familias era óptima y estaba reclamando una mirada histórica reivindicatoria.

Segundo paso, la consulta popular. Mediante notas en los cuadernos de comunicaciones, las familias fueron informadas sobre el proyecto y luego votaron a favor del cambio de nombre (de julio Roca a Julio Cortázar) en una expresión a favor casi unánime. Para ese entonces, la imagen de Julio Cortázar ya era parte de tantos murales afuera y adentro del colegio, Cronopios alegres saltaban de las paredes y libros y dibujos, salían de los ojos de maestros y niños y ex alumnos y adultos siempre niños libres.


Tercer paso, los caminos de la burocracia y la impaciente espera
. Ya con todas las formalidades al día, la carpeta de fundamentaciones y el recuento oficial de votos con las identificaciones de cada familia fueron aLa Plata, el Ministerio de Educación debía reconocer el proceso que venía monitoreando, aprobarlo y darle confirmación definitiva al nuevo nombre. En ese tiempo, casi un año que pareció un siglo, la vida escolar siguió tapada de trabajo y nuevos proyectos, pero siempre, con paciencia y sin olvidos, las familias, y sobre todo los chicos, preguntaban por el asunto.

Sorpresa, incredulidad, felicidad. Como dijo Mafalfa, “lamentablemente, en este país, lo urgente siempre desplaza a lo importante”. Por esto el trabajo cotidiano, atendiendo las demandas de los chicos, no daba tiempo para seguir preguntando por el proyecto. Un día fue otro más y el siempre día de seguir latiendo las mismas verdades y los mismos compromisos. Ya algunos habían perdido la fe en lograr el cambio de nombre, lo creyeron una causa perdida, otra más, pero siguieron en la lucha diaria con esperanza, porque es su manera de ser (o de combatir el no ser) y porque aunque se saben del lado de los nadies, de los derrotados, nunca se resignaron a ser cómplices de la historia oficial. Hasta que en plena cotidiana y hermosa tarea, llegó la noticia, el comunicado desdeLa Plata; los papeles estaban dando nombre y realidad. Sueño cumplido.

Festejos por la identidad. “Cortázar vive en Banfield”, fue el título del video proyectado el día del estreno del nuevo nombre. Con música de Charly Parker (un perseguidor admirado por  Julio) podía hacerse un recorrido por algunos de los innumerables murales de un barrio donde todavía juega la magia del cronopio más entrañable de la literatura argentina. Sus cuentos y su rostro de niño y hombre se multiplican en dibujos que mejoran cada recorrido banfileño. Ese video fue parte de la fiesta del cambio de nombre, el 7 de diciembre pasado, donde la comunidad educativa festejó, con palabras, música y mucho ruido.

En un momento de “El perseguidor”, el gran músico dice “Esto lo estoy tocando mañana”, y los educadores comprometidos son luchadores que están haciendo en el futuro. Algunas veces, muy pocas, ocurre la inmensa dicha de que puedan palpitar las realidades y habitar ese futuro soñado (esa utopía) en momentos que no son pasado ni presente: son eternos, como ese día y este presente donde Cortázar volvió para siempre a su escuela de Banfield. Volvió sin haberse ido.

Los Cronopios dela Cosmopista(banda invitada del Secundario Tiempos Modernos) cerraron con jazz, blues, rock y fusión literaria. Jugando con el final de la canción “¿Qué ves?”, de Divididos, las palabras finales de aquella jornada sonaron desde el fondo del pecho de quienes nunca renuncian a la identidad:

 

¿Qué ves cuando una escuela decide y elige cambiar su nombre?

¿Qué ves cuando al nombrarse decide homenajear a un ex alumno, y si ese ex alumno fue escritor y su nombre recorrió el mundo y su obra, esa maravillosa obra, abrió ventanas a lo fantástico…?

¿Qué ves cuando una escuela elige llamarse Julio Cortázar?

¿Qué ves cuando su nombre saluda en la puerta?

¿Qué ves cuando un proyecto es colectivo y auténtico?

¡Qué bes-tia  fui cuando creí que el bronce y el mármol no debían cuestionarse!

¿Qué ves cuando la mentira es la verdad, cuando te imponen como verdad una mentira?

¿Qué ves cuando alguien puede vomitar conejitos, cuando un viaje en auto de tres horas puede durar meses, cuando los personajes de una novela salen a matar al lector, cuando lo fantástico rompe lo cotidiano y aparecen otros mundos posibles acá, en nuestra propia casa…?

¿Qué ves cuando el arte nos abre la mente y nos hace libres?

¿Qué ves?

¿Qué ves cuando la verdad surge y nos libera, y nos da justicia; la justicia de la memoria?

Y vos, desde tu ventana: ¿Qué ves?

 

Por Matías Ronco
Docente de la Escuela 10, comunicador y colaborador de Soy de Banfield.

Todas las fotos son de la Escuela 10, la última, es un mural en su patio que contiene los lugares más representativos de Banfield, el tercero que vemos en la foto es el Lencho Sola.