Con el antecedente del Proyecto Blair Witch en 1999, de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, en el último tiempo se dieron a conocer dos films de gran éxito comercial y una característica común: el recurso de la cámara en mano. La idea de una cinta encontrada que recupera una filmación en un tiempo y lugar determinados y la invitación al espectador de participar, en primera persona, viendo desde el ojo de la cámara y sin cortes de continuidad, que fue lo que paso, le otorga al film, a pesar de ser un espacio ficcional, un ingrediente muy preciado a nuestros ojos: una mayor sensación de verosimilitud (o sea, siguiendo una definición de diccionario, aquello que aparenta ser verdadero o con posibilidad de ser creído).
En este punto es donde generalmente gana o pierde la historia -no importa tanto si sus protagonistas son monstruos, zombis, extraterrestres o seres del más allá- sino, en cuan creíble puede llegar a ser, o no, el relato. Primero Blair Witch (y mucho antes, aunque con muchísima menos difusión, Holocausto Canibal) y ahora Rec y Cloverfield, de Jaume Balagueró-Paco Plaza y Matt Reeves respectivamente, ponen en juego un mecanismo similar en la búsqueda de crear ese preciado efecto de realidad y de contar una historia. La estructura, mas o menos la misma, consiste en crear, primero, una gran aparatología de publicidad y un aura de misterio alrededor del inminente film. En el caso de Blair Whitch, se la promocionó mucho por Internet antes de su estreno, diciendo que era una historia real y que los protagonistas (los estudiantes que iban a hacer un trabajo de investigación sobre el mito de la bruja de Blair) estaban desaparecidos, mientras que a Cloverfield (un monstruo que invade USA) se la publicito con un cartel que solo tenia una fecha (la del estreno) y la imagen de la estatua de la libertad sin cabeza (con el peso que esto tiene para la población americana -post atentado a las torres gemelas- y ese miedo latente a un enemigo exterior).
Luego, el recurso utilizado para narrar es el mencionado de la cámara en mano, partiendo de la idea de que es una cinta encontrada, que muestra como sus protagonistas pasan de la cotidianeidad de sus vidas (en Blair Whitch, los estudiantes, haciendo cosas de estudiantes; en Cloverfield, un joven que se debate entre el amor a una mujer y una mudanza por trabajo al extranjero y en Rec, una periodista junto a su camarógrafo filmando un día cualquiera en un cuartel de bomberos) hasta que se desata la hecatombe, lo imprevisto (los estudiantes comienzan a percibir cosas extrañas; el joven que se iba se encuentra con que se esta viniendo abajo Manhattan y la periodista acude con los bomberos a un edificio en el que comienzan a pasar cosas por demás extrañas…). Y todo a través de la lente de una cámara que filma de manera continuada, generando adrenalina y tensión, como si fuéramos parte de esa historia.
El recurso con la aparición de Blair, resulto interesante y relativamente novedoso, con resultados dispares (por lejos Rec, la mejor, una película que bien podría definirse como escalofriante) El tiempo dirá si el formato da para más o si como dicen se cumplirá eso de que las segundas partes nunca fueron buenas (sino vean el Proyecto Blair Witch 2, o mejor no, no lo hagan).