[somoslocalesotravez.com] A nueve años de su fallecimiento, todavía está presente en el pueblo futbolero el recuerdo de José Luis “Garrafa” Sánchez.
En tiempos en los que empezaba a censurarse cualquier acto creativo que se emparentara con el desorden, la libertad y la desfachatez; los potreros embarrados de Laferrere fueron moldeando a un jugador que se rió del profesionalismo y le pintó la cara a todo aquel que se entrenaba en doble turno.
José Luis Sánchez no es buen nombre para un héroe, pero es un nombre cómodo para alguien que busca divertir y divertirse sin tener que salir en las revistas. En 1993, debutó en Deportivo Laferrere, el club de sus amores, donde permaneció cinco años. En 1998 arribó a El Porvenir para conseguir el ascenso al Torneo Nacional B.
Garrafa, como lo llamaron desde chico por legado de un padre garrafero, fue un jugador atípico que ganó su talento en el potrero, donde se desafiaba por plata en campeonatos de penales que inmortalizaban la noche. Entrenarse le importaba poco, quizás por considerarlo una pérdida de tiempo.
En la cancha, se movía despacio y cuidaba la pelota más que a sus piernas; fuera de ella, aumentaba la velocidad arriba de su moto. Dicen que eso fue lo que asustó a Bilardo y frustró su pase a Boca en 1996.
Garrafa intentó actuar como todo jugador profesional y en 1999 se fue a jugar al fútbol uruguayo, pero decidió volver con su familia cuando enfermó su padre. El fútbol pareció olvidarlo y durante ocho meses nadie lo llamó. Él, sin rezongar, comenzó a trabajar repartiendo garrafas.
Fue Cachín Blanco quien volvió a confiar en él y lo llamó para jugar en Banfield. Rápidamente, Sánchez se convirtió en la estrella del equipo y en 2001, tras ganar el campeonato de manera invicta, cumplió el sueño de ascender a primera división. No siempre el físico lo acompañó, pero cada vez que le tocó jugar, desparramó talento en la máxima categoría del fútbol argentino.
En 2005, cuando las lesiones comenzaron a quitarle continuidad, volvió a Laferrere para jugar sus últimos partidos. José Luis Sánchez murió el 8 de enero de 2006, tras sufrir un accidente con su moto, pero se mantiene vivo en el recuerdo de todos los que son hinchas del fútbol.