[Clarín Lomas de Zamora] Si hubiera tenido un físico más potente. Si se hubiera dedicado al fútbol de manera más profesional. Si hubiera pensado más en el crecimiento económico que en su familia. Si le hubiera pegado más al arco en lugar de buscar siempre dar un pase al compañero. Si hubiera… No hubiese sido Garrafa. La historia de Garrafa es la del antihéroe. Vivió jugando. Y murió jugando. Ahora sigue vivo en los tatuajes de los hinchas, en los cánticos, banderas, en el mural de la estación de Laferrere o en el que está al costado de la cancha de Banfield. Lo que se hace difícil de encontrar es el “fulbo”. Y no hay error de tipeo. Se habla de “fulbo” y no fútbol.
“¿Sabes por qué no largo la pelota? Porque tengo miedo de que no me la devuelvan”, le dijo Garrafa a un entrenador y pintó de cuerpo entero su propia historia. Rebelde, políticamente incorrecto, como aquella vez que viajaba en moto para hacer una práctica de prueba nada menos que en Boca y justo Carlos Bilardo, el técnico en ese entonces, lo vio desde un auto y le bajó el bajó el pulgar. “Rebeldía, ése es el principal rasgo de Garrafa. En el fútbol, hoy en día, reinan otros principios, todo es muy profesional. Garrafa, en cambio, jugaba por jugar, para divertirse. Hay pocos jugadores así. Jugaba en Primera como en el potrero y por eso la gente se identifica tanto con él” relata el productor ejecutivo del film Ricardo Spreafico.
El film recorre la vida de Garrafa, el “fulbo” y la marca registrada que José Luis Sánchez le imprimió a la pelota. Decenas de testimonios de familiares, amigos futbolistas y entrenadores que lo definen como un personaje más que como un jugador. Cuentan, por ejemplo, que antes de una final por el ascenso con El Porvenir se comió dos choripanes a la pomarola. “Llegó y la rompió”, recuerda un compañero de equipo.
El documental se estrenó el 14 de abril en la cancha de Banfield, donde asistieron más de cuatro mil personas. “Superó nuestras expectativas, realmente estamos muy felices, es el fruto de un trabajo de un equipo de 11 personas. Hicimos esta película para que sea popular. Porque el espíritu es éste, compartir la vida de un grande como Garrafa tal cual fue él, sencillo, humilde, sin que importe la plata”.
Luego del debut estelar en Banfield, la historia se disfrutó con igual éxito en las canchas de Laferrere y El Porvenir, donde Garrafa también dejó una huella imborrable. Luego, tuvo su primera proyección en la Ciudad de Buenos Aires en el Colegio Público de Abogados para finalmente recalar en el Centro Cultural San Martín, con una primera función el domingo 12 de agosto y la segunda hoy desde las 15.
Y así Garrafa seguirá jugando. Como vivió, como murió. Como muy pocos lo hacen.