Hay jugadores que pasan a la historia por un gol espectacular, por una patada antológica en un tobillo virtuoso, por alguna declaración desopilante o por alguna gesta en concreto. Pero hay pocos que pueden considerarse –sin grandes logros en su palmarés- “elegidos”; son los jugadores de la gente, hombres con carisma: uno de ellos fue José Luis “Garrafa” Sánchez. Ahora, se viene su película.
Su cara de atorrante lindo está en muchas remeras. Hay banderas con su nombre y tatuajes con su silueta siempre tratando bien a la pelota. Garrafa Sánchez fue un virtuoso del fútbol y un tipo entrañable.
No jugó en equipos grandes. Laferrere, El Porvenir, Bella Vista en Uruguay y Banfield –donde adquirió mayor notoriedad- fueron los equipos de barrio de un pibe de barrio, que jugaba – y vivía- como en la esquina de su casa.
Hay muchas anécdotas, historias mínimas de un tipo máximo: un hincha cuenta que una tarde de lluvia, tras un partido, Garrafa se lo cargó en su auto y lo llevó a su casa. Hace poco apareció en la televisión española un argentino en Mallorca con una bandera con su nombre asegurando que Garrafa Sánchez y no otro era el mejor jugador de Argentina. [ver nota completa]