Por Hernán Cortéz.  Posiblemente, el nombre de José Luís Sánchez no diga demasiado a simple vista. Pero si a usted, avezado lector, le gusta el fútbol, puede que lo tenga registrado. Y si se da a conocer su apodo, ya no le quedarán dudas: “Garrafa”.

Lejos estuvo de ser una estrella: no jugó en el Seleccionado ni en Europa, su estado físico distaba de ser privilegiado y tampoco salió con una modelo. Pero “Garrafa” Sánchez fue un distinto. Sólo le bastaron un poco de talento y la picardía que se aprende en el potrero para trascender en el mundo del fútbol. Rebelde y mañero, podía sacar de quicio a los jugadores contrarios por sus gambetas en exceso, para que luego los hinchas de esos equipos lo terminen aplaudiendo. Si durante su trayectoria fue un jugador de culto, su temprana muerte -a los 31 años, por un accidente en moto- no hizo más que agrandar el mito. [ver nota completa]