Llegamos al final de la segunda temporada de MOEV, un año que nos vio conocer nuevos artistas del barrio, recordar a grandes vecinos en la historia, y visitar muchos aspectos de la cultura en general. Y no nos vamos a achicar en la última entrega del año, mas bien todo lo contrario: Para esta ocasión decidimos dejar como última nota una entrevista al artista banfileño contemporáneo de mayor reconocimiento en Latinoamérica: Sergio Mercurio, también conocido como el Titiritero de Banfield.
Sergio es dueño de una carrera muy particular, es actor, fotógrafo y cineasta, pero se destaca en el mundo del teatro acompañado de sus títeres de gran tamaño, especialmente por Bobi, la otra estrella de sus shows.
Inició su carrera de un modo muy particular: Recorrer América a caballo hasta Alaska con un hombre que quería realizar esa travesía pero que finalmente no llegó al punto de partida. Sergio decidió hacerla de todos modos, aun sin convertirse en jinete, y así fue escalando el mapa de nuestro continente de venas abiertas. Pero esa información está mejor explicada en su espectáculo “De Banfield a México” de 2004, del cual también escribió un libro.
El libro es una crónica de su viaje y de su carrera, escrita en primera persona, con ilustraciones de mapas y las figuras de Nazca, además de fotos de todos sus personajes. Cuenta la riqueza de ese viaje, de cómo conoció a un Karl Marx, a su amigo Guatón, de su particular función en el DF mexicano, con fotos de sus funciones en Iruya o en la prisión de Ahu, Curitiva. Cierra con una emotiva conclusión sobre Guatemala y su parecido con Bolivia.
Y así eligió llegar a México, país por país, abriéndose las puertas una a una, porque “me parecía los más lógico”, y lo decidió doce años antes de llegar a ese país, curiosamente dónde menos repercusión logró su trabajo.
“No se como es eso de ser trotamundo o buscavida, yo experimenté la libertad” dice el Titiritero, dueño de una extensa y multifacética carrera, quien me recibió en su cálida casa en pleno Banfield.
Allí me abrió la puerta él y con una sonrisa me dijo “pasá”. Al entrar los acordes de una bossa nova me dieron la bienvenida, junto a una caricatura de Cortázar que colgaba de la pared. En la cocina estaba su mujer, Rosi, dándole el almuerzo a la hija más pequeña del matrimonio, de 2 años de edad. Mientras nos acomodábamos en una especie de escritorio para hacer la entrevista, tuve tiempo de notar que cada espacio en las paredes están ocupados de estantes de libros.
Sergio cuenta con cuatro obras escritas por él con el Titiritero de Banfield (la primera homónima, “En camino”, “De Banfield a México” y “Viejos”) el libro, y el documental “La película de la Reina”, basada en la vida y obra de la artista brasilera Efigenia Ramos Rolim, con el que ganó 3 premios internacionales. Un disco de cuentos llamado “Cuentos de un Banfileño” del año 2000, y recientemente comenzó a desempeñarse como director de teatro [ver nota]. Además de todo esto, es hincha de Banfield.
Y en este sentido es muy critico con la actualidad de nuestro club “llevar a mi hija a gimnasia deportiva y pasar por al lado de la hinchada bardeando, no. Basta”, pero además de eso, me contó sobre su carrera, sus viajes, su visión de las cosas, y aquí las compartimos en esta extensa pero sabrosísima entrevista.
Sos una persona con mucha trayectoria, pero a pesar de eso tenes un perfil bajo ¿Cómo manejas el tema de la prensa?
A mi me interesa eso, no me siento cómodo en otro tipo de imagen. No me fabriqué una imagen mía para “hago todo esto y entonces soy así” no, yo soy así y hago todo esto. A veces puede dar curiosidad eso, a mi no. Yo rechacé todas las veces que me han ofrecido manejarme la carrera. Siempre he sido bien claro en eso. Obviamente es una cosa de tranquilidad para mí, porque me da la libertad de caminar tranquilo por Banfield, disfrutar como yo lo disfruto y ser espectador de las cosas. Porque cuando uno trabaja en cuestiones creativas como yo que son muchas, cuanto mas espectador sos mas cosas podes tomar. Si no estas todo el tiempo siendo visto.
Entonces tu promoción es mas por el boca en boca, por el círculo artístico…
No, no es por el círculo artístico el que me trae público, sino el boca en boca. Los que me vienen a ver son públicos, gente que me viene a ver y habla de la obra. Además no me meto en las organizaciones de los artistas, en ninguna.
Pero me refiero a trabajar con artistas de otros géneros, haber compartido trabajos, como un cineasta o un fotógrafo…
Es cierto eso, pero no creo eso me traiga público, porque siento que los artistas tienen un mundo bastante restricto que se limita a la gente que hace lo mismo que él, pero tienen poco contacto con la gente común. Yo me he preocupado mas de lo otro y obviamente me nutro mas de otro artista por compartir cosas. Vos mencionaste al fotógrafo, el fotógrafo que yo trabajo es mi amigo de la infancia de acá de Banfield, y es porque soy muy selectivo con la gente que trabajo, yo te diría que trabajo con gente que son mis amigos, seremos muy profesionales pero son mis amigos. Después están los otros, que nos hicimos amigos trabajando, pero yo necesito estar cómodo para trabajar con alguien. Por ejemplo, mi diseñador grafico es de Quito, y yo viajo allá para hacer las cosas, tengo cierta fidelidad con algunas personas, y siento que quien establece un vínculo conmigo son personas que son publico, que lo que hacen es reproducir insistentemente lo que yo hago.
Justamente, investigando sobre vos encontré un blog ecuatoriano de una admiradora tuya, me parece que es artista plástica, no se si estas al tanto.
Si, yo me enteré de eso. Es una ilustradora ecuatoriana y una colega de ella de acá de Témperley entra periódicamente a su blog, ahí me conoció a mi y me llamó preguntándome cuando podía ver un show mío.
¿La de Temperley no te conocía y te llamó porque lo vio en un blog ecuatoriano?
Si.
Contame tus orígenes en el arte.
Esta es una pregunta que se puede contestar todo el tiempo de otra manera ¿no?, entonces te la voy a contestar de una manera más (risas). Un momento muy importante es cuando leí mi primer libro, no si fue el primero, pero siento que fue el primero que me impacto y fue Espartaco, de Fast Howard, fue donde sentí que en la literatura podía haber algo que no había en otro lugar. Nunca fui un lector voraz pero de ahí en más encontré muchos libros como que me decían cosas. Y cuando repienso eso me di cuenta que siempre fui fanático de Fontanarrosa, Fontanarrosa era lo que yo querría escribir. Me parecía una cosa fantástica, hablaba de la manera que yo quería hablar, él y Osvaldo Soriano. Y yo tengo ese tipo de obsesión, como el coleccionista ¿no? Que dice me gustó tal cosa y bueno, listo, ya está, me gustó Fontanarrosa y hay que leer todo lo que escriba, y así lo hice y también con Soriano.
Mi relación con el arte empieza con la literatura, si bien cuándo era pibe me llevaron a dibujar porque tenia facilidades.
¿Tus viejos eran artistas?
No, no eran artistas, pero tenían sensibilidades. En casa se veían películas y se comentaban. Mi viejo me hinchaba mucho las bolas con la timidez que yo tenia, creo que por esa razón y porque termine de estudiar en la dictadura me dediqué a esto. Para mi la llegada de la democracia fue algo alucinante, en el ´83 tenía 15 años, el mejor momento de la vida para que me llegue. Vos te estás abriendo al mundo y el mundo se abrió. Era ir a las ferias, al parque a escuchar recitales, música, leer, chabones que decían poesías. Después pasé momentos tensos en la escuela y como me sentía mal comencé a escribir, y esa situación me sirvió para canalizar, una descarga escrita de lo que me pasó. Y ahí empecé a escribir, muy impulsivamente. Con la llegada de la democracia todo me gustaba, entonces donde me invitaban iba. ¿Recitales? Iba ¿Teatro? Iba.
Y entonces nunca te imaginaste que iba a ser con los títeres…
¡Ni en pedo! No porque encima no me gustaban. Salvo lo que veía como el show de los Muppets cuando era chico, pero ir a ver un espectáculo de títeres, no, para nada. Y llegó por un amigo, de casualidad.
¿Cuando empezaste en realidad?
Y fue lo último, ya había estudiado teatro, cine, fotografía, educación física que no tiene nada que ver con eso. Siempre tuve la sensación de que yo no iba a hacer una sola cosa, y no podía lograr entender como hay personas que eligen hacer una sola cosa. Muchos años después me di cuenta que lo que concentró todo en mi vida fue el viaje, por eso el viaje es central en mi vida. Ahí me transformé en titiritero porque es quién sustenta el viaje, y me puse un plazo que fue México, pero me dije “no voy a dejar las otras cosas” y ahí volvió el teatro, el cine, la fotografía. Y hoy en día conviven todas las cosas, no felizmente porque unos tiran de los otros. Y cada vez me siento menos titiritero, hace un tiempo me sentía mas artista en general y ahora me siento mas persona.
Hoy el mundo está lleno de especialistas, pero ¿Un artista que hace? Es un tipo que se sabe comunicar, y puede elegir diferentes lenguajes que puede tocar fibras sensibles. Está bien que haya especialistas, “especialista en mover el dedo meñique” yo no lo creo. Hay muchas cosas de este mundo que no puedo creer, que las acepto porque están, pero no creer, como los paseadores de perros. ¡Que haya paseadores de perros es increíble! (risas).
Imagino que si el ´83 fue tan iluminador para vos, será por eso que elegiste Latinoamérica para tus viajes. ¿Por eso hiciste “de Banfield a México” sin haber llegado aun a Mexico?
Si, tiene que ver con eso. Y tiene una explicación concreta el porque Latinoamérica, porque en el ´88 yo me voy a África, a Mozambique, a trabajar. Creí mucho en la llegada de la democracia y en la construcción de una sociedad mejor, mas igualitaria. Y lo creía a tal punto que si bien me sentía defraudado por algunas cosas, lo tomaba como error que en otros lugares no se hacia. En todo caso pensé que era la idiosincrasia de los argentinos de no acabar con la pobreza, porque había escuchado que en otros lados se hacía, que en Cuba se hacía, y ahí me llega la idea de África, porque ahí es donde seguro se necesita mas ayuda que acá.
Ahí me entero que Mozambique había dejado de ser colonia en el ´76, que tenia un gobierno socialista y que era bárbaro para ir a ayudar. Yo me había recibido de maestro de educación física y me fui para allá. Ese fue el viaje más importante de mi vida, porque es el viaje donde se me caen todas las primeras verdades. Fue donde me di cuenta que era un idiota.
A las 3 horas que llegué me di cuenta que me equivoque. Que nadie me pidió ir, que tenes que ir donde te piden ayuda, porque si vos llegás a un país, pasas migraciones ¿Qué haces? ¿Cómo empezas?. Te preguntan ¿Taxi? ¡No! Yo vine a ayudar ¿Qué le decís al tipo?.
¿Y con que te encontraste?
Me encontré con un país que era totalmente distinto a la Argentina en el sentido que no hay barreras sociales. Vos podes caminar por la calle y cruzarte al presidente. Y que por ser blanco podes entrar a la casa de de una persona muy rica porque también es blanco. Y así estuve con gente de la ONU, de la UNICEF, con los héroes del mundo que iban a ayudar a Africa y yo decía “esto es una payasada, una mentira total” ¡Yo no compro nunca mas un cartón de la UNICEF después de la gente de ahí y de ver lo que pasa!. Entonces me dije “esto falla, falla, es todo marketing”. Todos los que se van a hacer los revolucionarios, las ONG, todo chamullo. Nos recibieron personas de la ONU, y cuanto le contamos lo que fuimos a hacer se nos cagó de risa y nos dijo “Uds. llegaron 20 años tarde acá” porque fui con un amigo por 3 meses aunque no sabia cuanto tiempo me iba a quedar.
Y salías a la calle y te dabas cuenta que si había cosas por hacer
Había cosas para hacer ¿Pero cuando salís a la calle y tenés 20 años vos que queres? Un amigo querés. Te queres encontrar con alguien que te pregunte como andas, con quien charlar. Al final el amigo que viajó conmigo se volvió y yo me quedé solo allá, y lo que buscaba era otro amigo. Y cuando lo tuve me dijo “¿Para que mierda te viniste acá?¿Para que gastaste tanta guita para venirte a este país de mierda que no hay nada?” Ahí me cayó la ficha y fue donde empecé a hacer fotografía, a trabajar en una escuela aprovechando que era maestro de educación física, y empiezo a meterme en un centro cultural donde comienzo a aprender cosas.
Es un viaje alucinante ir a África y mas de la manera que yo estuve, en un país donde no hay nada para hacer, no podes salir, no podes ir al cine, hay guerra, está todo destruido, entonces tenes tiempo, y ahí te empiezan a preguntar ¿Cómo es Perú? ¿Contame de América Latina? Todos te preguntan ¡Todos! Cualquiera sabía quien era el Presidente de Ecuador y yo que nací al lado de Ecuador no. Entonces dije “¡Basta!”. Yo tengo que estar allá. Me identifican como que soy de allá y no se nada. Y ahí volví con la idea de poder contar como es mi tierra. Ahí marqué el limite de México y me dije “si me vuelven a preguntar, voy a saber que decir, tengo que poder contar”.
Yo me siento orgulloso de haber convertido en adulto, en persona, en Latinoamérica. Porque yo me siento que soy un artista latinoamericano. Y en Latinoamérica queda bien claro eso, porque en los países en los que yo he estado, a mi me reconocen. Acá no me pasa porque nadie es profeta en su tierra.
Eso de que te sentís artista latinoaméricano ¿Es porque tomás un poco de la identidad de cada lugar?
Si vos mirás mi facebook hay gente que me dice “vos sos guatemalteco” y un guatemalteco me dice “vos sos salvadoreño”. Para mi es un orgullo eso pero no porque le capto la identidad, yo creo que ellos me sienten que soy de ahí y porque yo me siento que soy de ahí. Yo siento que soy de Guatemala, de Bolivia, de Brasil, yo siento eso. Me muevo con comodidad por Latinoamérica, por ahí tengo que cambiar dos palabras, dos frases, pero es mi lugar. Obviamente también hay diferencias, pero puedo convivir con esas diferencias de una manera que no puedo convivir en Europa por ejemplo. Es otra cosa, otro universo. Yo me di cuenta que había muchas cosas de Latinoamérica que me hacían bien, entonces las tomé. Y sentí orgullo cuando me llamaron para trabajar en Europa por lo que hice en Latinoamérica ¿Vos me invitas? Bueno, pero yo hago esto, bien latinoamericano.
Contame sobre el documental que hiciste
Yo hablo de situaciones y países en mi libro, pero de la única persona que hablo es de ella. Porque es la única persona que me sorprendió. Ella es artista callejera, y comenzó su carrera a los 60 años. Tiene que ver con lo que hablamos de las personas con la capacidad de transformar su vida. Nace absolutamente pobre, en el campo, se casa, tiene 9 hijos, se le muere el marido, vive en un albergue, pide limosna, lava ropa, limpia casas, y a los 60 años se da cuenta que no tuvo la vida que quería, que en realidad quería ser poeta, y la única oportunidad que tenes a los 60 años cuando tuviste esa historia es encontrar oro, y ese es su objetivo, ir caminando por la calle y encontrar oro. Un dia ve algo que brilla, lo levanta y era un papel de caramelo, y ahí se da cuenta que si era oro, a partir de eso construye su mundo, el mundo de los papeles de caramelo. Esa me parece que es una historia impresionante.
Y cuando la conozco digo que a esta persona la tiene que ver mas gente, y se me ocurrió hacer una película, ella era una artista callejera con cierto nivel de difusión en el Estado de Paraná, pero nadie quería hacer el documental así que me dije que lo iba a hacer yo. La película le dio otra dimensión, cuando la película sale le dan la Medalla al Mérito en Brasil.
Y ahí me dije “¿como la hago?” y aproveche mis conocimientos en cine y fotografía y más que nada a mis amigos, porque lo que sabía era en Super 8. Porque tenia una necesidad de hacerla y de hacer lo que sea necesario para que salga bien aparte. Y las cosas se van dando, un día estaba esperando un colectivo y veo un afiche de que lo iban a nombrar ciudadano ilustre a Jorge Prelorán, un documentalista muy importante en la historia del cine argentino que vivía en Estados Unidos. Su nombre se me hacia familiar porque me venia de mi viejo, que lo mencionaba mucho cuando había fundado un cineclub. Entonces me voy al homenaje al centro y me pongo en la cola para hacer firmar libros pero con mi libro, había como 200 personas y pensé que no iba a llegar nunca. Pero cuando llego le doy mi libro y le digo que quería hacer una película con él, se disculpó y me dijo que estaba ocupado y me dije “bueno, ya está”. A los 3 días me escribe diciéndome que le había encantado el libro y lo iba a dejar en un lugar especial en su biblioteca y que quería conocerme. Cuando vuelve de Estados Unidos nos juntamos, y esa charla fue toda una clase, me dijo todo lo que necesitaba saber para hacer un documental. Finalmente al documental lo terminamos, lo mandamos a festivales y ganamos algunos premios.
Le hacemos el doblaje (está grabado en portugués) y lo comenzamos a pasar en centros de jubilados, en escuelas, pero no supe como seguir. Pensé que al ganar el premio del público de San Pablo se nos iba a abrir la puerta para comercializarla pero no fue así. Ahí confirme que el cine es una industria igual de mafiosa que cualquier otra mafia. Y que el cine argentino es una mierda alucinante, dónde si no pagás el precio no te reconocen. En Argentina no podes hacer una película porque queres, tenes que chupar una media, y otra más, y otra.
Igualmente el reconocimiento que le dio a ella te debe haber dejado satisfecho
Si. Lo que pasa es que yo estaba acostumbrado a hacer teatro, vas a un lugar y lo haces, el cine es otra cosa. Hace 4 años no había 400 películas como ahora e igualmente no conseguías salas para pasarla ¡¡Yo había ganado dos premios internacionales y ni así!, Logre que me acepten en algun festival de la argentina. ¡¡Pasámela al menos porque gané un premio en México!!. Pero igualmente la película sigue su camino, hace unos días la pasé en el Colegio San Vicente Palotti,
Y ahora se como es el cine, comercial. Con la ley de medios creo que va a cambiar, porque Encuentro va a ser canal de aire y al transmitir 24 horas va a necesitar material. El problema aun no resuelto de la cultura argentina es su aire mafioso, el amiguismo como uno curriculum posible, y ese gesto de ponerse en contra del estado, aunque el estado tenga razón.
Decidiste quedarte acá, en Banfield. ¿Por qué está tan presente el barrio en tu obra y como es tu relación con su fútbol?
Si, yo siempre digo que soy de Banfield. El buzo de Bobi es una remera que vendían acá y después la transformé en buzo. Cuando estaba en America Latina, yo decía “soy de Banfield, soy de Banfield, soy de Banfield” y hay gente que me dice “Banfield”. En el ´95, en el proceso de 2 años de estar viajando, yo incorporo muchas cosas pero también pierdo otras, cosas que se empiezan a descascarar, ideas que tenia formada sobre las cosas y mi vida, entonces empiezo a vivir la situación angustiante de no saber quien soy ni donde voy, me pierdo en ese entorno, pierdo los parámetros, entonces ahí me quedaban dos certezas: Que estaba haciendo y de donde venía, títeres y de Banfield. Es lo único que yo sabía.
Si bien hubo muchas cosas que añoré de acá, y otras que me duele que no sean de otra manera, cuando uno vuelve ve que son eso, añoranzas, que uno construyó como recuerdos. El barrio no es como vos decís que es, ni si quiera como lo miras, es de otra manera. Y me traté de vincular de otra manera, de hacer cosas, como el homenaje a los 10 años de la muerte de Julio Cortázar con 60 artistas invitados, o el homenaje a Osvaldo Ardizzone (autor de las crónicas “El hombre común”). Siempre intenté convocar mucha gente. Siempre creía que podía trabajar mas con la cultura de Banfield, con tantas personas que habían sido tan importantes.
Y el vinculo es ese, cuando termine el viaje en el ´04, me dije “yo quiero vivir en Banfield”, donde quiero estar, donde me conocen. Entonces vine y trabajé insistentemente y logré cosas que para mi son importantes como sostener una temporada de 8 funciones llenas en un teatro. Con respecto al fútbol, en el ´97 le hice una función al plantel que dirigía Patricio Hernández, y ahí viví una de las cosas mas apasionantes como artista, y es que los jugadores te reconozcan en la tribuna, un partido que jugamos contra Los Andes que terminó 5 a 0, cuando terminó me vieron y me saludaban, se acordaban. Y después hice amistad con algunos de esos jugadores, por ejemplo la Vieja Reynoso estaba jugando en Bolivia y vio el anuncio de mi espectáculo en el diario y me fue a ver, después con el Gatito Leeb, con Camoranesi, y después cuando Banfield salió campeón en el 2009 y para el plantel de la copa 2010 también hice otra función. El primer buzo de Bobi lo tengo firmado por todos los jugadores.
¿Nunca te contactaron para hacer un show para socios en el club?¿Te gustaría hacer algo así?
No se. Porque siento que Banfield es lo menos cultural que existe (piensa) Si, claro que me gustaría. Mejor dicho, yo ya hice algo en el club, de hecho el homenaje a Ardizzone se hizo en el club. Lo planee yo, me presente yo, no fue casi nadie, te estoy diciendo muchos años atrás. Es decir, siempre he hecho cosas, pero uno dice “basta”, es decir, si no les interesa ya fue. Yo entiendo que Banfield es un lugar político, y lo único que interesa es el fútbol, bárbaro, a mi me gusta mucho el fútbol, pero yo tengo una familia. Yo quiero que mi hija tenga una vida social en un club, fui y la hice socia, pero en el Banfield de hoy no puede tener vida social, entonces la hice socia del Ituzaingo (Iriarte 1337, Temperley) donde si puede desarrollarse.
La entrevista fue terminando y nos pusimos a hablar sobre nuestros trabajos, él me preguntó a que me dedicaba y se mostró interesado en colaborar con todo lo que sea para chicos y jóvenes, que podía proyectar en las escuelas el documental de Efigenia cuando yo quisiera. Esa predisposición explica su sencillez: A pesar de toda su carrera y reconocimiento no duda en trabajar gratis para los chicos.
Me invitó a recorrer parte de su casa. En un momento desapareció, mientras me quedé mirando fijamente a esa caricatura de un Cortázar desfachatado, volvió con una copia de su libro y me dijo “tomá, te lo regalo”.
Actualmente está realizando su segundo documental, sobre el gran Garrafa Sánchez que “está muy avanzado” y hasta ya hizo tomas de la estatua que está haciendo Jorge Gionco [ver nota] en su taller “El Galpón”. “Flor de laburo, pero va a quedar bien”. Pronto lo podremos disfrutar todos los que extrañamos al gran Garrafa.
Me acompañó hasta la vereda, y mientras me subía a mi auto me recordó “¡Cuando quieras lo de la proyección!”