¿Qué más se podría aportar para describir al Diego? El pibe
de oro que tiene un nombre propio tan fuerte que no se necesita pronunciar su apellido,
el barrilete cósmico que logró que el mundo hablara de los potreros de Villa
Fiorito, el que se enfrentó a los poderosos levantando la bandera de los
indefensos, el que tiraba firuletes y frases memorables a cada paso, el más
argentino de los argentinos.
Ese humilde e inquieto niño de cabello enrulado, se vio
obligado a crecer a la fuerza para poder llevar el pan a su casa. Dejó de ser
“Pelusa” y la vida lo fue llevando rápidamente a recorrer los lugares más insospechados
para compartir los lujos más extremos, pero siempre volvía a caminar un rato por
el barrio para codearse con los amigos de siempre.
Tuvo (maldito pretérito) más de veinte vidas en una y las
caminó muy rápido, tal vez intuyendo que partiría temprano. Se divirtió, ganó,
chocó, engordó, gozó, se tiñó un mechón, volcó, perdió, se equivocó y pagó, se
recuperó, adelgazó, volvió mejor, pero nunca manchó la pelota. Nos arrancó infinitas
sonrisas y numerosos llantos, mil veces nos puso la piel de gallina, levantamos
juntos en tierras aztecas esa tan deseada copa del mundo, festejamos un gol con
la mano hasta el hartazgo, insultó en la cara a los que silbaron nuestro himno,
pero siempre fue él, irrepetible.
“El fútbol te da vida” le dijo el año pasado al querido Julio
César. Y tenía razón. En sus recorridas por todos los estadios del país, solo vivió
rodeado del amor incondicional que le brindó la pelota. En todas las canchas recibió
las ofrendas y las merecidas muestras de afecto que tanto necesitaba.
Hace un tiempo cruzamos algunas palabras pero lo sentía como
de la familia porque nos protegía a todos. Hoy quedé desamparado, como muchos. Paso
los días tratando de ignorar a los perfectos que se animan a juzgarlo y a los
que dicen que está muer…, cuando el Diego está más vivo que nunca.
Gracias por jugar a la pelota Diego. Seguí peleándote con Garrafa por la 10 del Cielo. No estoy preparado aún para vivir en un mundo sin vos. Creeme que me cortaron las piernas maestro.