Así fue como Gerónimo comenzó a diseñar juguetes para venderlos. “Estas impresoras hace 7 años atrás ni se conocían, pero de a poco se empezaron a utilizar en muchas áreas, desde medicina hasta construcción”.
Fanático de Banfield como su padre, Gerónimo explica que “el modo de armar un objeto se inicia cuando elaborás un diseño en pantalla, con las medidas y la forma requeridas, de allí se da la orden a la impresora, que durante varias horas concreta esa impresión, a través de la materia prima que se emplea, PLA, un plástico de forma filamentosa, que va desarrollando el elemento diseñado, con la forma y el color que se necesiten”.
“Un día estaba en mi cuarto, entra papá me dice que había visto en un documental de internet que se podían hacer manos como prótesis, para quienes les falte alguna. Yo no entendía lo que me decía, pero él me insistió en que investigara”. Eso fue todo un desafío, ya que “de hacer una pieza compacta a fabricar manos con antebrazo que requieren ensamblar como 40 piezas era complicado. De a poco fuimos practicando, y encontrándole la vuelta. Pero fue prueba y error, y logramos ver cómo hacer los enganches, darle flexibilidad a los “dedos”, encontrar el equilibrio en el peso e incluir velcro para el cierre y goma Eva para que el roce no resulte tan áspero”.
Hoy tienen siete impresoras trabajando las 24 horas para hacer manos en la iniciativa solidaria llamada "Te doy una mano". "Hoy entregamos la mano 167" nos cuenta con orgullo, quien amplía "Te podes levantar un día y decir ´quiero hacer algo por otra persona, que seguro le puedo cambiar la vida".
"Son unas 40 horas de trabajo por mano. El material no es caro y hoy por hoy cuesta unos 200 pesos de costo. Luego del armado mi papá los cubre con una gomaeva para que sea cómoda".
“Lo único que le pedimos a cambio a quien recibe la mano es que haga alguna actividad solidaria por su lado, como ayudar a un comedor o donar sangre”. Gerónimo recuerda que “la primera se la dimos a Olivia, una nena de Mar del Plata, a la cual nos vinculamos por un amigo arquitecto de Lucila del Mar, y luego a Miranda, de cinco años, a quien se la hicimos con los colores que ella pidió. Se la entregamos en un acto realizado en una entidad marplatense, Cuadraditos de Amor, y no podíamos creer cuando nos dieron una distinción la sala se venía abajo de los aplausos”.
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