¿Cómo fue el comienzo de tu relación con Banfield?

Fue una historia muy causal, porque mis padres se vinieron de Italia para acá a la Argentina y consiguieron una casa en Banfield. Vivimos en Gallo 220 cerca de Alsina. Yo no tenía idea de fútbol, pero siempre los fines de semana veíamos mucha gente que iba para la cancha. Después con el tiempo me fui interesando e iba con mis amigos. Terminé siendo mascota del equipo en el año 51’, era muy chico pero ese momento nunca me lo voy a olvidar.

¿Le tocó una historia con Banfield más de grande?

Tengo una historia muy increíble que fue en el año 91´, cuando Banfield empató con Belgrano de Córdoba en el Lencho y después tenía que definir allá. Me llamó el presidente que había un chárter y me preguntó si quería ir. Terminé yendo con mi hijo, fue algo muy lindo. La lástima fue que perdimos 4 a 0 y la pasamos muy mal en el vuelo, pero ese recuerdo nadie me lo va sacar.

¿Cuál fue el aporte que hizo usted en Colombia para conseguir la paz en su pueblo?

Estábamos en un hotel en Colombia y justo ahí había un alcalde de un Estado que estaba con la planificación del proceso de la paz. Sin pensarlo lo agarré del brazo y le dije que si quería tocaba un recital gratis para poder aportar mi grano de arena. Fue ahí donde cerca de tres mil personas que estaban abajo del escenario, desde guerilleros, monjas y trabajadores, terminaron tomados de la mano. Fue un momento inolvidable para mí y algo sumó para el proceso de paz de los últimos años.

¿Qué opinión tiene de Maradona y Messi?

Son dos monstros del futbol, pero son distintos en la forma de laburar, de reaccionar y en la genialidad. Pero creo que tenemos la suerte de haber tenido a ellos dos y a varios más que no pudieron llegar donde llegaron estos dos fenómenos. Solamente tenemos que disfurtar a Messi y apoyarlo para que consiga todos los logros posibles.